jueves, 26 de julio de 2007

No siempre es bueno ser "tan" bueno...

El título de esta entrada probablemente a más de uno le pueda sonar como algo extraño e incorrecto. Sin embargo, estoy convencido de que las cosas funcionan así. Yo siempre lo digo, todo en exceso es malo...incluso la bondad. Me explico. Primero que todo aclaro, yo estoy de acuerdo en que uno debe obrar bien. La idea es convivir pacífica y amigablemente con las personas que nos rodean y ayudarlas y apoyarlas siempre, en la medida de nuestras posibilidades. Después de todo, se puede decir que todos somos "hermanos", ya que pertenecemos al género humano. Sin embargo, no podemos ser "demasiado" buenos. ¿A qué me refiero yo en este caso? Quiero decir que no podemos olvidarnos de nosotros por ayudar a los demás. Como dije antes, perfecto, ayudemos al prójimo siempre que podamos...excepto que eso signifique un perjuicio inaceptable para nosotros mismos. Como siempre ocurre en todo en esta vida, la idea es buscar el balance "correcto" de las cosas (si es que realmente existe algo "correcto" o "incorrecto"). Y claro, todo depende del caso. La labor que desempeñó, por ejemplo, la Madre Teresa de Calcuta no la puedo tildar de "demasiada" bondad. Me parece que la dedicación que tuvo para con los pobres, los más necesitados, los que todos rechazaban, fue increíble y digna de las mayores alabanzas. Pero en asuntos más cotidianos y menos "santos", debemos tener cuidado de no sacrificarnos sin ninguna necesidad por ayudar a alguien que, probablemente, ni necesite nuestra ayuda. O al menos no tanto como para sacrificarnos y sufrir por ser "demasiado" buenos. A veces hay que saber decir que no y establecer algunos límites, por el bien de nuestra salud mental.

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